miércoles, 3 de septiembre de 2008

Tengo taladro

Como buena hija de ingeniero, crecí entre tornillos, tuercas, tenazas y martillos. Una convivencia perfecta con tantas herramientas del buen vivir hogareño a lo largo de muchos años, me llevó a reconocerlas y familiarizarme, incluso, con ellas. Pero como todo lo que abunda, también se desperdicia. Y en mi caso, desperdicié la oportunidad de invertir horas en aprender a usarlas, en ver a mi padre en su infinita labor de reparador 24/7. Es curioso, como cuando alguien se ocupa de los temas que son importantes, pero no interesantes para una, el ser humano tiende a escurrirse por los rincones. Tal fue mi caso, obviamente, en esta cuestión. Jamás había clavado un clavo en mi vida, ni mezclado el poxi-mix, y mucho menos, usado el taladro!

Para qué? Siempre hubo alguien a quien recurrir para los pequeños grandes desperfectos domésticos. Primero mi padre ingeniero, luego mis hermanos, amigos, hasta llegar a Mr. Wrong.

A todas las divas nos pasa, que el tiempo nos consume en empresas magnánimas... desarrollos intelectuales, culturales, laborales de mayor envergadura ... que un simple fisher en una pared. Lo que se nos escapa de nuestros planes, es qué hacer si no contamos con el "alguien" que se encargue de estas "menudencias". Y aquí viene el planteo feminista: "Le pido a mi ex que me arregle el enchufe?"(obviamente, quedando como una tarada e inútil), "llamo al electricista... es su trabajo?"(me va a salir un ojo de la cara este arreglito choto), "me compro Utilísimas Revistas para Inutilísimas"(uy! qué quemo), o simplemente... "lo dejo así... total, no lo uso más!" (la autoestima es lo que no voy a usar nunca más!).

A mí, se me dió por creer que podría recuperar de mi memoria de la infancia, aquellos recuerdos de mi padre arreglando. Y quise aprender a arreglar. Me compré una caja de herramientas, con algunas piezas... y me propuse arreglar.

Aquí va la confidencia. Necesitaba arreglar más que cosas materiales, la vida que me tocaba. Y fui de a poco, usando estas herramientas, y las otras, las que uno tiene en ese inmenso arcón que está en la azotea, recubierto de pelos!

Algunas cosas pude arreglar, otras estoy arreglando aún, y muchísimas más tengo por arreglar. Lo importante, es saber que uno necesita herramientas, recuerdos, voluntad para querer arreglar y la existencia de un lúcido cerebro.

Todas las divas deberíamos tener nuestros taladros, y poder sin miedos, hacer los agujeros en las paredes, colgar los cuadros y tan sólo ser felices por haberlo hecho por nosotras mismas. Salud a las chicas todo-lo-puedo!
Me voy a colgar un cuadro...

2 comentarios:

Fulano de Nadie dijo...

Hola! Vos te quejas del taladro!!...Yo ahora me doy cuenta que tengo un microondas, una multiprocesador, un lavarropas y una plancha!! y te estoy hablando solo de electrodomésticos, porque tengo miles de utensilios más que no sé ni para que sirven!!

Durante la vida en pareja hay muchas tareas que se van dividiendo entre los integrantes, casi sin planteárselo... Esta es otra nueva etapa de aprendizaje que nos toca recorrer... y por suerte, por lo que leo, te lo tomas de la mejor manera. Te dejo porque me tengo que planchar una camisa y me avisaron que a la plancha le tengo que poner agua destilada y no de la canilla, porque a la larga se rompe...

Fulano.

Diva-gante dijo...

Uy!!! yo que le ponía agua de la canilla a la mía...
Lo bueno, es que uno descubre que el mundo que lo rodea al divorciado/a está ahí, para ser disfrutado, aprendido y arreglado! Siempre lo estuvo, sólo que el recostarse en el otro, nos baja la guardia, o mejor dicho..."la percepción" del mundo. Los gradientes de la ceguera son muy diversos... pero el más grave, y terrible, es cuando se pierde la percepción de uno mismo, como ser único, libre, irrepetible.
A mí no me preocupa quien plancha la camisa, me preocupa que el otro crea que siempre tengo que plancharla yo, o que yo espere que él me la planche!
Saluditos...